sábado, 12 de abril de 2014

Gato Mediodía. *




*Nota:  el término "gato" se refiere al gentilicio por el que también se denomina a los madrileños.  Al final de la entrada remito al porqué de este nombre. *2


Porque la Aurora de Nueva York no es la única que tiene cuatro columnas de cieno.

El nublado Mediodía de Madrid se tambalea en muslos gruesos grises también, cubriendo su intimidad con cortinas que raspan el azul enunciándolo y difuminándose con las colinas, las montañas, los pechos seguidos de las amantes a las que pisotea sinvergüenza.

    Y si el filtro se atraviesa, la escena es más amarga: es el lamento melancólico de Atmósfera, herida, que llora granizo que quiebra el alma de la tierra, dura, gritando, estremeciéndose, temblando de frío y de rabia contenida.
Un llanto potente, eficaz, lóbrego, apenado que se estampa contra el suelo de granito.

   Mas es breve. solo quedan algunos lagrimones pesados que se precipitan rápidos.

   Calma ya el deseo agresivo, y es ahora la neblina joven que, asustada, irrumpe cubriendo el horror con una sábana blanquecina que relaja al tenso claro.

El balanceo de los aviolinados pinos completa la euforia abandonada, con un último susurro que anuncia la tarde.




*2 : A finales del siglo XI, el rey Alfonso VI y sus huestes llegaron a las murallas de la fortaleza, que tomaron al asalto escalándolas. Los archivos registran que el ejército de Alfonso VI entró en la villa de Madrid como gatos trepadores. Es por ello que se cree que los castellanos empezaron a recibir el nombre de gatos, unos gatos que ocuparon el centro de la ciudad y desplazaron a los musulmanes hacia los extramuros de la ciudad.
Por la noche todos los madrileños son gatos
Según el libro Viejos oficios de Madrid de Ángel del Río, los madrileños de la Edad Media, además de trepar murallas para asaltar ciudades, acostumbraban a pernoctar en las calles de la ciudad en tiempos de guerra. Se decía que estos tenían bastante habilidad para determinadas actividades nocturnas y las practicaban con frecuencia durante las guerras, acompañados a menudo de unos barriles de jabuco, un licor típico de Madrid fabricado con madroño macerado y aguardiente de anís. Al igual que gatos, los madrileños medievales eran animales nocturnos y dicen las leyendas que por eso adoptaron el nombre del felino.

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