Soutelo de Montes.
La imagen refleja una niña sola en una habitación, con un
muñeco en los brazos.
Por un lado refleja una profunda y perfecta soledad, el
miedo en su rostro pequeño y redondito al no saber que está frente a ella.
También odio y rabia por sentirse vulnerable, sola, perdida. Inspira una
terrorífica sensación de vacío interior.
El entorno de la habitación, simple, oscuro, acerca la
simpleza y belleza de no tener nada.
Muestra un lado negativo, pesimismo, terror y odio hacia
cualquiera que se le acerque.
En mi punto de vista representa ese odio, esa rabia hacia el
género humano, plasmado en una niña pequeña (el símbolo más puro de la
inocencia), de apariencia adorable, con sus trencitas, pendientes, y anillo en
el dedo que parece atarla a algo o alguien, sosteniendo una pieza que parece
ser de porcelana, que simboliza la fragilidad y fugacidad de todo cuanto hay en
este mundo cruel y despiadado, que parece anunciarse en sus ojos, redondos y
oscuros.
Y la expresión de su rostro es amarga y melancólica, como la
pared del cuarto en el que está.
Y con sus manos agarra esa fragilidad.
Su sombra se duplica en la habitación, vacía y oscura como
los interiores de la raza humana que alimenta…
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