jueves, 17 de marzo de 2016

OPEN DATA/ CLOSE DATA



          La transparencia está de moda. Pero creo que más que la transparencia en el ámbito estatal, lo que se ve son transparencias en la ropa.
Y, sin embargo, aparecen páginas que tratan de solventar un problema, que buscan el llamado "Gobierno Abierto". ¿Qué es el Gobierno abierto? Se basa en tres principios: transparencia, colaboración y la participación.


         Desde que han salido a borbotones diversos casos de corrupción en (casi) todos los partidos políticos, los ciudadanos de a pie piden las cuentas claras. Archivos y documentos en los que se vea qué han gastado, en qué y a qué dedican su dinero (dinero público).
Vale, parece que estoy más o menos se ha conseguido (sabemos que del todo no, solo muestran sus cuentas aquellos que están "medianamente" orgullosos de ellas). La Ley actual de Transparencia se generalizó en 2013, pero sus resultados no han sido del todo eficaces (sino, ¿cómo es que saludan con la cabeza gacha nuevos corruptos expulsados de debajo de la alfombra donde se escondían?).

Aún así, ha nacido un sentimiento de necesidad por recuperar el poder perdido de la ciudadanía porque, no nos engañemos, la democracia supone que el pueblo ejerza su poder.

Para ello, se han creado plataformas basadas en el concepto de "tecnología cívica", que se trata de webs en las que se puede acceder de forma más directa y simple a documentos del Estado (como en El BOE nuestro de cada día), porque mucha gente es incapaz de comprender el lenguaje burocrático y la letra pequeña (y con razón).
Sin embargo, ¿quién conoce estas páginas? A la cabeza tal vez se nos venga change.org, por la fuerte participación (segundo punto importante) ciudadana. Mediante esta plataforma parece que la voz ciudadana llega al Congreso, que luego se escuche, ya es otra cosa. Porque aquí está el principal problema: los políticos no quieren escucharnos, se han amoldado a una relación unidireccional con la gente, donde lo que ellos dicen se cumple sin preámbulos y nadie dice nada.

Ya basta. Ahora la cosa ha cambiado, o debería hacerlo. Deberíamos (y perdonad la expresión) ser nosotros quienes los tuviéramos bien cogidos de los huevos y no al revés. Están ahí porque los elegimos nosotros, y se quedan ahí porque los mercados los apoyan.


           Y esto también afecta a los profesionales de la información. ¿Quién publicó la noticia de que El Corte Inglés había pagado sueldos a diversos ministros y había empleado dinero destinado -oficialmente- a proyectos sociales en caprichos a estos? Nadie. Ningún medio "tradicional" dijo nada. Fue Anonymus quién hizo saltar los resortes. ¿Qué es el periodismo si no es lo que no se puede decir?

Open Data, sí. Pero Open Data (gobierno abierto) sin cerrar. Qué se conozca, que la gente pueda acceder a estas plataformas y sean de manejo sencillo y la información sea veraz.
No por nada los periodistas son también los "perros guardianes" de la democracia. Ellos deben perseguir y ladrar a aquellos que incumplan estas medidas, porque sino aquí nadie sacaría nada.
Si la gente no sabe cómo acceder a los datos, por mucha transparencia que haya sera completamente inútil.
Conseguidos estos dos pasos, es necesario que los ciudadanos tengan la posibilidad de participar activamente en el ejercicio de la democracia, es decir, que su voz tenga cabida y sea escucha, TENIDA EN CUENTA. Para ello esta tecnología cívica es perfecta, las redes de este tipo permiten que nuestra voz llegue a las cúpulas sin intermediarios innecesarios.

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