viernes, 10 de mayo de 2013

Cuentos breves de los 7 vicios:1

Los "Cuentos breves..." son una colección de 7 relatos muy cortos que narran uno de los siete pecados capitales (Soberbia, avaria, ira, lujuria, envidia, gula y pereza) En ellos o el que sigue el dictado del vicio o los afectados por esa persona tendrán un final fatídico.


1/ Soberbia

 “Gota de sangre”.

 
Caminaba una linda joven enfundada en un granate vestido por la vacía calle crepuscular. Con el ceño fruncido andaba con rabia: los planes no salieron como ella había querido, aquello la sobrepasaba.

Su novio, un joven con un par de años más, había roto con ella aquella misma tarde. Todo porque se había ido detrás de otra muchachita risueña y encantadora, y con este pretexto dejó a la que ahora recorría las calles.

Lo sabía todo. Los dos nuevos tortolitos estarían disfrutando de su recién estrenado amor en la misma coctelería en la que tantas veces había compartido besos y caricias con ella, quien seguía arrastrando su granate vestido.

Llegó a las puertas de la coctelería con una sonrisa malévola en su boca y maliciosa mirada. Entró. Y acertó en su predicción: la pareja estaba sola saboreando el fuerte sabor de los cócteles mezclado con suaves caricias.

La joven los miró. Su sangre igualó el color de su vestido; era el más fuerte orgullo quien corría desenfrenado por sus venas.

Se acercó a donde los jóvenes estaban, se sentía despechada, dolida… de su pequeño y elegante bolso sacó un afilado cuchillo, ambos la miraron asombrados, ella se perdió entre agudos estertores de dolor y pánico cuando las gotas de sangre empezaron a caer.

Una tras otra ensuciaron el delicado vestido blanco y se confundieron en el granate vestido de la que empuñaba su muerte.

Él permaneció inmóvil, pensando en que él sería el siguiente, rezando por librarse de aquella horrorosa visión.

Así fue, tras caída su última gota el cuchillo rozó la morena piel del joven, y las carmines gotas volvieron a caer.

Aquel hombre la dejó, y aquello la hirió en lo más profundo de su ego, de su orgullo ferviente, por ello debía pagar por sus actos.

 

Soberbia fue la definición que la soberbia eligió para su recién terminada obra.

Sintiéndose imponente, con su aire de orgullo abandonó el bar.

Poco después, la última gota de sangre resbaló por la copa hasta quedar en el suelo.

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